El día 25 de marzo celebramos la solemnidad de la Encarnación del Señor.

Nueve meses antes de la Natividad de Nuestro Señor, justo cuando acaba de nacer la primavera, una Virgen humilde y confiada en la Palabra de Dios da paso a la regeneración, no ya de la Naturaleza, sino de la Historia.

Al anuncio del Arcángel Gabriel, María respondió «AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA», y Cristo, la Palabra substancial al Padre, engendrado antes del tiempo, se despoja hoy de su rango haciéndose carne por nosotros, en sus purísimas entrañas con amor.

Imagen de la Anunciación del Señor

«Dios te salve, Anunciación,

bendita de maravilla,

tendrás un Hijo más bello

que el sol que nos ilumina.

Mensaje de Dios te traigo.

Él te saluda, María,

pues Dios se prendó de ti,

y Dios es Dios de alegría.»


Nos unimos en la celebración litúrgica a todos los ángeles que cantan con júbilo eterno al Padre por el regalo que nos ha hecho en nuestra Madre, la Virgen María.