El día 21 de marzo celebramos la fiesta de su paso al cielo.
San Gregorio Magno nos narra el anuncio profético que San Benito hizo de su propia muerte en el Libro II de los Diálogos:
Seis días antes de su muerte mandó abrir su sepultura en el oratorio de san Juan Bautista en su monasterio de Montecasino. Cuando se agravaba su salud se hizo llevar por sus discípulos al oratorio, y allí se preparó con la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo; de pie con las manos elevadas al cielo y apoyando sus desfallecidos miembros en las manos de sus discípulos, exhaló el último aliento entre palabras de oración. Dos de sus discípulos, uno que vivía en el monasterio y otro que se hallaba lejos tuvieron una misma e idéntica revelación: vieron un camino alfombrado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas que partían de su celda en dirección al oriente y llegaba hasta el cielo. En su cima le asistía un varón de aspecto venerable y radiante de luz, que les dijo: «Este es el camino por el cual Benito, el amado del Señor, ha subido al cielo».
«Preceptor insigne de perfección evangélica concédenos que al celebrar tu glorioso tránsito a los cielos, nos apresuremos a escalar las aireadas cimas de la caridad y de la gloria».
Porqué si San Benito fallece un 21 de marzo, celebramos su fiesta el 11 de julio?
Buenos días: nos alegramos por su interés por San Benito. Le hacemos saber que los benedictinos celebramos las dos fiestas; pero el día 11 de julio, para nosotros, es solemnidad. El 21 de marzo, día de su tránsito, coincide con el tiempo de cuaresma. Para dar más importancia a la cuaresma y a la Pascua, se consideró el 11 de julio como fecha más apropiada, ya que en este día se trasladaron solemnemente sus reliquias a la iglesia de la abadía de Saint-Benoît-sur-Loire (actual Fleury, en Francia), en la segunda mitad del siglo VII.
Unidas en la oración, un fraternal saludo.