El domingo siguiente al de Pentecostés celebramos el día de la Santísima Trinidad y el de la Vida Contemplativa (Pro Orantibus). Somos alabanza de la Gloria de la Trinidad para construir una sociedad cuya piedra angular sea la danza de la vida (Perijóresis) de las tres Personas Divinas. Participamos con nuestra oración en la de Cristo y somos conscientes de la inhabitación de la presencia personal, amorosa y activa de los tres.
Hoy la lectura de los Proverbios, nos habla de la la Sabiduría de Dios. Con ella la Santísima Trinidad se guio en su obra creadora para gozar con los hijos de los hombres, imagen y semejanza suya.
La Iglesia ha visto en este proyecto creador una representación de la Virgen María, la Madre de la Sabiduría increada.
¡Salve Madre!
Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad
La sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el universo como una lira, une las cosas del cielo con las de la tierra, gobernándolas con su voluntad y beneplácito. De este modo, crea un mundo unificado, hermoso y admirablemente ordenado, componiendo una armonía verdaderamente divina.
¡Oh Deidad eterna, oh eterna Trinidad...! Eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco... Padre eterno, me haces partícipe de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría que es propia de tu Hijo unigénito. Y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, me ha dado la voluntad que me hace capaz para el amor... ¡Oh Trinidad eterna...! Tú eres el fuego que siempre arde sin consumir. (Diálogo de santa Catalina de Siena)
Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí misma, para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, y entregada sin reservas a tu acción creadora.
(Oración de la Beata Isabel de la Trinidad)
"Reconcéntrate para irradiar, déjate llenar para que reboses luego, conservando el manantial" (Miguel de Unamuno)
Necesitamos la luz del Espíritu Santo, en profunda adoración, para que nos introduzca en la comprensión del misterio trinitario y nos guíe hasta la verdad plena.
La Santísima Trinidad que nos habita nos convierta en lámparas de esa Luz bienaventurada que oculta estrellas al llegar la aurora.
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo os acompañe hoy y siempre.
¡GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO!
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