El Nacimiento de la Virgen o Natividad de María  se celebra el 8 de septiembre, nueve meses después de la Inmaculada Concepción de la Virgen (8 de diciembre). En la liturgia solo celebramos los nacimientos del Niño Jesús (25 de diciembre), de la Virgen María y el de San Juan Bautista (24 de junio).

En el Protoevangelio de Santiago (evangelio apócrifo compuesto entre los años 150 y 200), los padres de María se llamaban Joaquín y Ana. Ana era estéril. Joaquín, afligido por el rechazo social al no tener descendencia, se retiró al desierto donde ayunó cuarenta días. Ana rezó a Dios lamentándose de su infertilidad. Un ángel se presentó ante ella y le dijo que concebiría y daría a luz, y a continuación también le comunicó la noticia a Joaquín.

Esta fiesta, como la de la Asunción, tiene su origen en Jerusalén. Comenzó en el siglo V con la dedicación de la basílica emplazada en el lugar donde nació María, actualmente la basílica de Santa Ana, consagrada un 8 de septiembre. En el año 722 el papa Gregorio II instituyó la vigilia de la Natividad de Nuestra Señora. ​La fiesta también se celebra por los cristianos sirios el 8 de septiembre y por la mayoría de las comunidades anglicanas.


“Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella…” con estos versos nos unimos a toda la creación al comenzar este día.

“Tu Iglesia, Señor, se alegra y fortalece con el gozo del misterio del nacimiento de la Virgen María, que es para el mundo esperanza de paz y aurora de salvación”.


¡FELIZ DÍA!

Magnolia de nuestro jardín